









































Tras seis años, hemos vuelto a nuestra playa favorita, que por suerte sigue ajena a lo "viral", de aguas cristalinas, de gravilla clara, de pocas olas, de una vida subacuática variada y muy, muy tranquila, tanto como bonita es. Esta vez no he podido evitarlo, tenía que venir a descansar, disfrutar, pero también a inmortalizarla, me parecía un delito no venir cámara en mano. Además, el día de ayer fue un auténtico regalo, con una mañana nublada, brindando un cielo maravilloso y tonos más oscuros, junto a una tarde rasa, brindando la máxima luminosidad a este lugar maravilloso.